Somos una congregación plantada por misioneros de la Iglesia Presbiteriana en América (PCA). Estamos comprometidos con la proclamación fiel de las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento. Nos adherimos a la enseñanza de la Confesión de Fe de Westminster, junto con sus Catecismos Mayor y Menor. A continuación, presentamos un resumen de la doctrina que proclamamos:

En cuanto a la Escritura
Creemos que las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento son la palabra inspirada, infalible e inerrante de Dios. Creemos que el Espíritu Santo guió y supervisó a los profetas y apóstoles cuando escribieron la revelación de Dios a la iglesia. Creemos que las Escrituras son la única norma infalible de fe y vida.

En cuanto a Dios
Creemos que hay un solo Dios verdadero y vivo, que existe en tres Personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Creemos que es el mismo Dios en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Creemos que las tres Personas de la Divinidad son "iguales en poder y gloria". Creemos que el Hijo es tan Dios como el Padre es Dios. El Espíritu es tan Dios como el Hijo. Sin embargo, no creemos que el Padre sea el Hijo, o que se convierta en el Hijo.

En cuanto al hombre
Creemos que el hombre fue creado a imagen de Dios, en conocimiento, justicia y santidad. Creemos que al hombre se le dio una voluntad para la toma de decisiones. Creemos que en Adán todos pecamos y ahora estamos completamente corruptos en nuestras mentes, corazones y voluntades. Creemos que, sin la obra regeneradora del Señor Jesucristo y del Espíritu Santo, los hombres están espiritualmente muertos.

En cuanto a Jesús
Creemos que el Señor Jesucristo, que es el Hijo eterno de Dios, añadió una naturaleza humana a Su Persona Divina para ser el único Mediador entre Dios y el Hombre. Como el Dios-Hombre, Jesucristo, obedeció la Ley de Dios perfectamente por Su pueblo y Se convirtió en maldición por ellos en la cruz, a causa de la desobediencia de ellos. Su muerte en la cruz fue expiatoria, es decir, murió en lugar de Su pueblo, como sustituto de ellos. Su muerte fue un sacrificio real y es efectiva para la salvación de todos aquellos por los que murió. Los beneficios de Su muerte se aplican a las personas cuando creen.

En cuanto a la Salvación
Creemos que la salvación es sólo por la fe en el Señor Jesucristo. Aunque somos llamados a caminar en las buenas obras preparadas por Dios desde la eternidad, no creemos que los hombres y mujeres sean justificados por estas obras forjadas por el Espíritu. Creemos que las buenas obras son el fruto necesario de la fe que nos une a Cristo y por la cual somos justificados.

En cuanto a la Justificación
Creemos que por la obra de Cristo nuestros pecados han sido perdonados. Además, la justicia de Cristo (es decir, Su registro perfecto de cumplimiento de la ley) es imputada (es decir, contabilizada, acreditada, etc.) a los que creen. Así como nuestros pecados fueron imputados sobre Él, Su justicia nos es imputada. Es el gran intercambio. Esto es lo que se llama en la Escritura "justificación".

En cuanto a la Santificación
Creemos que todos los que son justificados también serán santificados. Santificación es un término bíblico que significa "ser hecho santo". Cuando somos aceptados ante Dios como justos por la obra de Jesucristo, también somos renovados en nuestros corazones para que demos muerte al pecado y vivamos nuestras vidas de acuerdo con la palabra de Dios. Aprendemos a amar los caminos del Señor mientras Él nos santifica por medio de Su palabra y Su Espíritu.

En cuanto a la Iglesia
Creemos que la iglesia, como cuerpo de Cristo, está formada por todos los que tienen una fe salvadora en Él, junto con sus hijos. Creemos que Dios entra en pacto con los creyentes y sus hijos. Este pacto, que se lleva a cabo de manera diferente bajo el período de la ley y el Evangelio, es sin embargo, uno y el mismo. Se llama "Pacto de Gracia" o "Pacto de Redención". El pacto no equivale a una relación de salvación con Dios, sino que es un vínculo por el que Dios promete la salvación por la fe en Jesucristo a aquellos que cumplen la condición del pacto. Esta condición es la fe en Jesucristo. La fe es un don de Dios. No es algo que naturalmente tengamos la capacidad de producir. Dios también promete maldiciones a todos los que siendo parte de la comunidad del pacto no creen. Jesucristo es el que mantiene las demandas legales del pacto para Su pueblo, por lo tanto, este último al estar unido a Él, recibe como propios todos los beneficios de esta alianza.

En cuanto a los sacramentos
La señal de la alianza en el Antiguo Pacto era la circuncisión, en el Nuevo Pacto es el bautismo. Así como también en el Antiguo Pacto se dio la Pascua y en el Nuevo Pacto se nos dio la Cena del Señor. Además del bautismo y la Cena del Señor, como sacramentos instituidos por Cristo,  no practicamos ningún otro. No creemos que alguien sea "convertido", "salvado", "regenerado" o "redimido" por el bautismo en agua ni que esta los genere, pues creemos que este acto es ordenado por Cristo para ser una señal y sello del pacto.  Creemos que el bautismo sirve como señal y sello de Cristo y sus beneficios para quien lo recibe. Creemos que Cristo está espiritualmente presente cuando se ofrece la Cena del Señor, y que nos insta a participar en ella de una manera digna. Para que alguien participe de manera digna, debe ser capaz de examinar su corazón, reconocer su necesidad de la sangre salvadora de Cristo y ejercer la fe en Él. No creemos que el pan y el vino se convierten literalmente en el cuerpo y la sangre de Cristo. Creemos que representan el cuerpo y la sangre de Cristo.

En cuanto a las últimas cosas
Creemos que habrá un día de juicio, en el que todos los hombres se presentarán ante el trono de Dios y tendrán que dar cuenta de todo lo hecho en el cuerpo. Creemos que en el último día, cuando Cristo regrese, todos los que hayan muerto antes de Su venida serán resucitados corporalmente e irán al cielo o al infierno por toda la eternidad. Todos aquellos que han confiado en Cristo estarán con Él en la gloria para siempre. Todos los que no han confiado en Él perecerán eternamente.